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viernes, 5 de febrero de 2010

Rurrenabaque

Con una avioneta de 20 plazas y dos asientos por fila, volamos de La Paz a Rurrenabaque. Un vuelo movidito aterrizando en una pista de tierra en medio de la selva. De película. Desde aquí se sale a la Pampa, una extensión enoooorme de selva donde pudimos ver animalejos de todo tipo en el río Yacuma. Los más curiosos unos monos que bajaban de los árboles, subían al bote para que les diéramos algo de fruta. Pajarracos de todo tipo (tucanes!) perezosos y hasta delfines (delfines rosas) con los que nos bañamos.

03_02_10 039 Si, si, te lanzas al río, no ves más de 20 cm de la superficie y no sabes qué hay debajo pero mola ver alguna aleta viniendo, eh? Aun sabiendo que más tarde íbamos a ver cocodrilos y al día siguiente pescar pirañas la peña se baña. Bueno y no iba a ser menos no? Siendo tantos, la probabilidad de que un croco me comiera a mi era baja. Y aquí sigo, con todas mis extremidades enteras. Aunque eso sí, minadas de picadas de mosquito. El repelente este que venden es un engaño y los mosquitos un infierno, me pasé los tres días de tour dando palmadas al aire, a mis piernas, a mis brazos intentando exterminar estas criaturas del infierno, pero no se acababan nunca, así que al final desistí. Y así he acabado. Ahora lleva ya 3 días rascándome por todo el cuerpo para soportar el escozor maldito.

En el campamento había hasta mascota. Federico, de 2 metros de largo, paciente, mandíbulas poderosas y cuerpo verde. Un cocodrilo junto al que me bañé. La foto de la prueba estará disponible en cuanto uno de los compañeros de la excursión me la envíe. Y no es un montaje! Decían que estaba acostumbrado a ver turistas y que salía a cazar de noche por eso no era peligroso bañarse junto a él. Me costó pero en cuanto vi al guía bañarse, de nuevo las probabilidades de que me comiera a mi eran de la mitad así que me di un chapuzón.

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Una de las mañanas fuimos a la propia Pampa en busca de la anaconda. Una serpiente que en Bolivia es de unos 5-6 metros de largo y unos 30cm de ancho que no es venenosa pero te oprime hasta que te ahogas, te rompe los huesitos y te zampa tranquilamente. Y nosotros en busca del bicho. En una extensión pantanosa con plantas de metro y medio vive la anaconda en cuestión, así que con barro hasta las espinillas y apartando plantas llenas de mosquitos caminábamos mientras los mosquitos se pegaban el festín del día, cuando el guía notó un mordisco en la bota, rápidamente se agachó a coger la serpiente pero demasiado tarde, ya se había ido. Por suerte le mordió la bota y no le hizo nada más. Pero el tío rebuscaba con las manos en el barro entusiasmado esperando poder cogerla! Cansados de buscar y buscar sin éxito volvimos al campamento. Yo la verdad no estaba muy seguro de querer encontrarla.

Otra mañana, otro fracaso: a pescar pirañas. Las pirañas nadan en aguas poco profundas y quietas, así que un par de metros de hilo de pescar, anzuelo, un cebo y paciencia para acabar con picadas de mosquito hasta en las orejas. Nos fuimos pronto sin pescar nada porque los batallones de  mosquitos eran insoportables, de vuelta a la “civilización” en el bote una tormenta tropical nos caló hasta los huesos, era como una ducha con ropa. Como recién duchado después de tres días sin hacerlo. Como nuevo.

Y para no variar, aquí está de nuevo el maestro.

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